miércoles, 30 de abril de 2008

Con la tabla en el cuerpo. Bodyboard en Ilo


A Oscar, el abuelito del surf,
Jimmy Lu, Mr E y Memo,
los locales de Piedras Negras

“si eres muerte, por qué me das la vida
Si eres vida, por qué me das la muerte”
Manuel González Prada


Si una ola es demasiado grande no puedes dudar. Puedes arriesgar, salir del tubo y conocer el triunfo o, en su defecto, recibir unas cuantas toneladas de agua en la espalda y sufrir las peñas que están al ras. Como el amor descrito en el verso del maestro de la anarquía: la muerte, el riesgo extremo, está presente en toda pasión. Y la pasión de un surfer es coger esa ola perfecta que inocula vida mientras que, por detrás, la muerte persigue turbulenta y ensordecedora. Pues el interior del tubo de una ola quizás, es el lugar mas parecido a aquel ubicado entre la vida y la muerte, al tunel pintado por el Bosco en sus visiones del mas allá.

Misterioso y magnífico, bello y peligroso, el interior del tubo de una gran ola es el lugar mas místico en el que un corredor de olas quiere estar. Volar, es cierto, impulsado por la rampa de la misma ola no es menos espectacular. Incluso es mucho más acrobático. Sin embargo, es esa intuición de lo trascendente de un tubo peligroso lo que nos sigue anonadando.

Ya desde el viernes 8 de junio(un día antes de la sexta fecha del campeonato nacional de body board, que se dio en la playa Piedras Negras del norte de Ilo), Jorge Saavedra, y su olfato para los tubos estaban en su punto. Ese viernes, las condiciones para correr esa playa estaban perfectas. Mar mediano, poco viento y la marea no tan baja. Saavedra demostraba porqué era considerado uno de los mejores tuberos de Sudamérica, pero la ola no pasaba el metro y medio. El desempeño del día sábado hizo que Mutante, como lo conocen en el mundo del corcho, llegara a la final junto con Carlos “Papita” Sierra, el tío Boris Salas (todo un mito del bodyboard latinoamericano), Jorge Hurtado el actual número uno del corcho peruano y José Ugarte.

El swell para el domingo ya estaba pronosticado cinco días antes: Piedras Negras iba a estar muy pasado, la ola no se formaría. Tanto así que, en la mañana de la final, dos comisiones se encargaron de observar las posibles opciones para trasladar el campeonato: una fue a El Olón, ubicado a un par de kilómetros al norte de Piedras Negras y otra comisión se encargó de calificar Big Sister (la ola mas extrema de la playa tres hermanas junto al muelle de Southern en el puerto de Ilo). Con los informes que descalificaban las condiciones de esas olas, los organizadores decidieron continuar en Piedras Negras.

Las olas sí que estaban grandes, dejando boquiabiertos a todos aquellos que ignoraban que las playas de Ilo tenían condiciones para este tipo de deportes. Pero la mayoría de olas se cerraba, es decir, la forma de reventar no era muy apta para correr y los corredores tenían que esforzarse mas para ubicarse en el point antes que la racha los barriera y los botara hacia las peñas (como sucedió con Chavón el speaker- participante). Sin embargo, el “ciclópeo fragor”(Rubén Darío) y el temple de los finalistas los mantuvo bien “inside”, es decir, justo donde la ola empieza a reventar.
A pesar de la alucinante actuación del actual número uno, Jorge Hurtado, con maniobras aéreas impecables, la naturaleza puso olas de mas de tres metros a disposición de los finalistas y Saavedra dispuso de una, esquivando peñas dentro de esa extraña atmósfera que sólo algunos osados elegidos verán en su vida: el interior del tubo. Mutante, salió de ese espectacular túnel y fue premiado con un 10. Un premio no sólo a la técnica y la experiencia, a la osadía y el físico, si no, sobretodo, a la valentía, que ebullía en cada uno de los finalistas y que mutante aprisionó e hizo suya: una oda a los valientes.

domingo, 27 de abril de 2008

Chiri o el génesis de la historia de Ilo

Cuenta Luis E. Kuong Cabello, el ilustre historiador moqueguano, que al llegar los españoles a lo que hoy es Ilo, encontraron una hacienda llamada Chiri, y a un cacique llamado Pocca. 

Hoy llamada Chiribaya y reducida al 10% de lo que fué (cuatrocientas hectáreas que es la totalidad del valle Ileño), es la hacienda mas grande de este angosto capricho de la naturaleza que atraviesa zigzagueante el desierto costero sur peruano, desde la zona conocida como osmore, hasta la boca del río en la bahía de Ilo.