miércoles, 27 de agosto de 2008

Agarremos la ola


Las olas de un puerto son su riqueza desde un punto de vista deportivo y turístico. Su majestuosidad, potencia, perfección y belleza pueden atraer deportistas y turistas de todo el mundo. Es decir, puede poner en marcha la economía de los servicios turísticos e incentivar la cultura deportiva local. 
Aparentemente esto no interesa a las autoridades, ni a la mayoría de pobladores de la provincia de Ilo. El trabajo industrial es lo que cunde, en algunos casos muy bien pagado y, por lo tanto, a muy pocas personas les interesa promover el turismo o el deporte.
Y es que las olas son la riqueza frente a nuestros ojos. Son la montaña de oro frente al pueblo, pero que, en este caso, su explotación no generaría un impacto ambiental negativo- mas bien positivo- por el respeto, embellecimiento y recuperación de las zonas de rompientes.
Promover el turismo no es sólo hacer centros comerciales en las playas, ni llenar de cemento las caletas que de por sí ya son hermosas. Si lo pensamos bien, estas inversiones sólo sirven para 3 meses del año, mientras que los otros 9 meses se les abandona. Así como se abandona todo lo que es turismo. Tengamos en cuenta que la mejor época para las olas es durante el otoño y el invierno, con crecidas de hasta 20 pies; que tenemos las mismas características de olas que Arica, ciudad en la que campeonatos mundiales de surf y bodyboard  son muy comunes y apoyados, junto con capitales privados, por la municipalidad y su gobierno regional.
¿Pero, para qué se apoyan estos deportes o cualquier otro deporte? 
Para lo mismo que se crearon las olimpiadas: la búsqueda del superhombre, el rompimiento de todos sus records y, por ende, el mejoramiento de la especie.
Un pueblo que no busca crear un hombre superior, que no busca superar sus limitaciones, degenera su especie, la debilita. Ilo sabes...